Respuestas comunitarias ante el covid19 y ONGD: ¿revisión de los modelos de cooperación?
Queremos destacar que la Unión Africana y el Centre of Disease Control and Prevention, CDC africano, tienen una estrategia común consensuada de respuesta al Covid-19 que establece seis áreas de intervención prioritarias: vigilancia epidemiológica; prevención y control en centros de salud; manejo clínico con infección severa por Covid-19; diagnóstico; movilización comunitaria y compra de material y suministro médico. Está por ver la capacidad de liderazgo, permeabilidad y disponibilidad financiera para incorporar estas medidas en las políticas gubernamentales de cada país. Además, los sistemas nacionales de alerta y preparación para desastres, activos en muchos países a raíz de sus frecuentes emergencias sufridas, podrían ser mecanismos nacionales efectivos de respuesta coordinada a la pandemia.
Por otro lado, grupos de sociedad civil, más o menos organizada, ponen en marcha acciones preventivas, bien desde medidas organizadas por los gobiernos y autoridades de salud locales, o a través de las propias redes comunitarias de manera espontánea. No olvidemos que los sistemas de organización comunitaria en muchos países africanos están bien articulados desde las bases a nivel de barrios, lo que facilita la extensión de las medidas preventivas y de sensibilización entre la comunidad.
El uso de las redes sociales y la comunicación activa de líderes políticos, sociales y culturales son muy importantes en un continente donde su utilización se extiende de manera creciente en los últimos años. Desde enero del 2020 más de 200 millones de africanos y africanas utilizan alguna red social sin incluir la mensajería instantánea. Veremos el impacto que pueden tener los mensajes emitidos por grupos de ciberactivistas, jóvenes y organizaciones sociales que usan las redes como poderosa herramienta informativa sobre la pandemia, usando además las lenguas locales, tal y como señala el especialista en ciberactivismo africano, Carlos Bajo. Al respecto, desde Fundación Sur, José Carlos Rodríguez Soto, nos alerta sobre los innumerables mensajes falsos desde cuentas de cibernautas en el continente africano con mensajes que incitan al odio, a negar la dimensión y efectos del covid-19 o a reaccionar contra la Organización Mundial de la Salud. Si los mensajes provienen de líderes políticos o religiosos con enorme influencia entre grupos amplios de población, el peligro se multiplica.
¿Y desde las Agencias multilaterales, Agencias nacionales y ONGD?
Es muy difícil prever cuál y cómo será el apoyo de las distintas Agencias internacionales de Naciones Unidas y otros Organismos a la emergencia por coronavirus. Además, a nivel nacional y descentralizado surgen muchas dudas sobre la capacidad de respuesta de las diferentes agencias nacionales y autonómicas para liberar fondos de emergencia hacia terceros países.
La Coordinadora de ONGD para el Desarrollo española, CONGDE, ha elaborado un documento titulado “20 medidas para actuar contra el Covid-19”. En el punto 19 se indica la necesidad de “Promover la cancelación de la deuda bilateral de los países sobreendeudados y más vulnerables y expuestos a la pandemia y tener una actitud proactiva y generosa en las instituciones financieras multilaterales y el Club de París”.
Además, exigen que no se suspendan los plazos de subvenciones, se extiendan los plazos de ejecución en terceros países y se contemplen ayudas extraordinarias que financien la estructura de las ONGD que podrían estar abocadas a un ERTE. Se incide, una vez más, en la necesidad de aumentar la AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo) incluida en los Presupuestos generales del Estado hasta el 0´7% de la RNB. La CONGDE solicita una ayuda sustantiva por valor de 100 millones de euros a través del sistema de Naciones Unidas así como el mantenimiento del instrumento único de ayuda humanitaria en el marco de la Unión Europea.
En la actualidad, muchas ONGD están adaptando su modus operandi en las misiones que tienen abiertas. Es el caso de Médicos Sin Fronteras, en adelante MSF, que incide en formaciones al personal sanitario, el aumento de las medidas de protección y la participación en sistemas nacionales de preparación de emergencias además de adaptar su estrategia en el sistema hospitalario en aquellos países donde ya tenían presencia activa.
MSF insiste mucho estos días en dos temas prioritarios para abordar las pandemias: el mando único y la prioridad total del sistema de salud hacia la emergencia. Estos son dos factores que en muchos países africanos estará seguramente mucho mejor resuelta que lo que se ha observado en España sin obviar las dificultades habituales que suelen darse en la coordinación de toda la ayuda de emergencia y el caos que puede conllevar.
Algunas de las agencias con más experiencia en emergencias sanitarias proponen implementar sus modelos de acción humanitaria ya probados en otras epidemias, como es el modelo integral de WASH de Esfera: www.spherestandards.org. En su modelo, se establecen medidas focalizadas en el impacto de la enfermedad adoptando medidas rápidas que tengan los efectos más amplios y de mayor impacto posible, cuidando que las soluciones rápidas sean idóneas y de calidad. Promover el agua segura en calidad y cantidad adecuadas, la recogida y traslado de residuos, la participación comunitaria, el control de los vectores, son algunos de los principios WASH para la intervención comunitaria durante los brotes.
Un estudio de la London School of Hygiene and Tropical Medicine plantea una serie de alternativas para países empobrecidos. Entre dichas propuestas está la intensificación de la lucha contra enfermedades que pueden agravar el estado de salud de las personas enfermas de Covid-19, como la tuberculosis o el VIH, así como mantener una carrera contra el reloj adaptando las estructuras sanitarias, como los centros de salud, con nuevas camas de cuidados intensivos. Sin embargo, esta propuesta más innovadora, y en el caso de aplicarse, va a requerir de una enorme valentía política y una extremada complejidad comunitaria, como es el aislamiento de las personas con mayor riesgo, tanto en la vivienda con habitaciones destinadas al confinamiento como en los barrios y pueblos con la creación de las llamadas zonas rojas donde serían instaladas las personas con tuberculosis, VIH, malnutrición, enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión o dolencias cardiovasculares e incluso todos los mayores de 60 años.
Por otro lado, en el nivel de la investigación sanitaria, se acaba de constituir el Covid-19 Clinical Research Coalition, que promueve la investigación sobre el Covid-19 allí donde es más mortífero. Setenta financiadores y científicos internacionales se unen para apoyar la investigación en países con recursos escasos, aclarando su participación como miembros del comité y no como laboratorios humanos con tintes racistas.
Reflexiones finales
Esta pandemia es, sin duda, una oportunidad para reflexionar sobre los modelos de desarrollo puestos en marcha por agencias internacionales y ONGD, aceptadas por las propias políticas internas de países empobrecidos, quizás porque no quedaba más remedio. Centradas en los modelos de economía de mercado bajo una marcada dependencia, olvidan, a menudo, las capacidades, potencialidades y beneficios reales de apostar por la gestión propia de los recursos autóctonos, al menos, en mayor medida.
La caída del turismo internacional, por ejemplo, cuyas empresas en países africanos son, en su mayoría, de capital extranjero, puede ser una oportunidad para explorar y potenciar otros modelos de turismo centrados en compañías autóctonas, más respetuosas con el medio ambiente y que generen mejora en las condiciones de vida de poblaciones locales, con una mayor inversión en sus economías.
Recientemente, Álvaro García de Miguel, Coordinador de Radio Comunitaria de Maxaquene en Maputo, Mozambique, analizaba, en una entrevista en la revista Africaye, la necesidad de reflexionar sobre nuevos modelos de desarrollo en Mozambique a raíz de la situación actual.
En la misma línea, desde la editorial de Fundación Sur, argumentan la necesidad de recuperar nuevos espacios colaborativos entre el norte y sur globales como una auténtica exigencia ética.
Por su parte, el filósofo e intelectual senegalés Felwine Sarr, en su libro Afrotopía, publicado en el año 2018, enuncia que «El reto es articular un pensamiento sobre el destino del continente africano, escrutando lo político, lo económico, lo social, lo simbólico, la creatividad artística, pero identificando al mismo tiempo aquellos lugares en que se enuncian nuevas prácticas y nuevos discursos, allá donde se elabora esa África que está por llegar«.
Aunque la prioridad ahora sea la lucha contra el Covid 19, puede ser buen momento para explorar y formular nuevas formas de cooperación internacional, más humanistas, con un menor protagonismo de los países del Norte, más abiertas a las capacidades de las organizaciones del sur global y que pongan realmente en el centro a las comunidades africanas, escuchando y aprendiendo de sus estrategias y experiencias propias.
Lo que parece evidente a estas alturas de la pandemia es que el Covid-19 ha sembrado la incertidumbre en todo el planeta y que todo lo que hoy se escriba puede ser sujeto de críticas y modificaciones mañana. Hemos de tener cautela en las predicciones, aprender de experiencias pasadas y adaptarlas a cada contexto. África tiene experiencia, sólo le hacen falta los medios.
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